

Por primera vez desde 2010, los bancos centrales de todo el mundo se convierten en vendedores netos de oro. Muchos países han aprovechado los elevados precios del metal para hacer caja y estabilizar sus monedas ante el impacto de la pandemia. Esta circunstancia está detrás del anómalo comportamiento del precio del oro en las últimas turbulencias de los mercados.


Los bancos centrales han vivido una auténtica fiebre del oro en los últimos años. Las adquisiciones en 2018 y 2019 alcanzaron sus niveles más altos desde la década de los setenta cuando llegó a su fin el patrón oro. Se dieron las condiciones perfectas para que los bancos centrales aumentaran sus reservas de oro: un proceso de desdolarización paulatino de las economías emergentes y la importancia de una diversificación de reservas estratégicas. Pero, sobre todo, se estaban preparando para nuevas turbulencias financieras y un parón de la economía de la economía global, una situación que ha llegado abruptamente con la pandemia .
El tablero de los bancos centrales ha saltado por los aires. Según el Consejo Mundial del Oro, por primera vez desde 2010 se han convertido en vendedores netos de oro. Las ventas ascendieron a 12,1 toneladas de lingotes en el tercer trimestre, en comparación con las compras de 141,9 toneladas del año anterior.
Los principales banco que se desprendieron de oro fueron el de Uzbekistán y Turquía. Además, el Banco Central de Rusia registró su primera venta trimestral en 13 años. «Las ventas se han producido en países con producción nacional y han aprovechado el alto precio del oro en un momento de estrecheces fiscales», comenta Louise Street, analista del Consejo Mundial del Oro.
Muchos países han recurrido a sus reservas de oro para amortiguar el golpe del coronavirus y estabilizar sus divisas. En agosto la onza de oro tocó máximos históricos cerca de los 2.000 dólares. El metal sigue siendo el activo fetiche contra las crisis y también para los bancos centrales. La caída en la joyería se vio parcialmente compensada por un aumento del 21% en la demanda de los grandes inversores. Además, se da la circunstancia que la pandemia también ha terminado provocando que haya menos oro en el mercado. El suministro total de oro disminuyó un 3% interanual debido a que la producción minera se mantuvo deprimida
Los expertos subrayan que la caída en las compras de oro por parte de los bancos centrales es circunstancial. Citigroup prevé que la demanda del sector aumente a aproximadamente 450 toneladas en 2021 después de una caída a 375 toneladas este año. Por su parte, HSBC Securities espera un ligero repunte a 400 toneladas desde un estimación de 390 toneladas en 2020.
¿Cómo influirá en el precio de la onza?
El mantra del mercado es que el precio del oro siempre sube ya sea para proteger el dinero o por el simple empuje de la inflación, en momentos de tipos de cero. Los expertos de Citi esperan que Rusia regrese al mercado la próxima primavera y el Banco Central de China podría aumentar sus reservas para equilibrarlas con la de divisas.
Desde los máximos de agosto, el precio del oro ha caído un 10%. En septiembre registró su mayor caída en cuatro años, al descender alrededor de un 4%, y baja un 1,5% en lo que va de mes. Un comportamiento raro, teniendo en cuenta las últimas caídas bursátiles. James Steel, analista jefe de metales preciosos de HSBC, apunta a la influencia de los bancos centrales, pero recuerda que los últimos años la demanda de oro ha crecido por el papel de los ETF. Una política monetaria más agresiva y la devaluación de muchas divisas para intentar salir de la crisis antes de la crisis debería volver lustre al oro por parte de los inversores.
Fuente: eleconomista.es